Durante los 9 meses de embarazo me preparé para el parto, eso sentí, me preparé de la mejor manera que pude, asistí a cursos de educación perinatal para padres, practiqué yoga, me uní a grupos de lactancia ya antes de que naciera mi bebé, leí libros, descansé.
Y finalmente llegó ese gran día en donde conocimos a Renzo. En el parto salió todo bien, y estuvimos juntos después de nacer, no salió como lo había planeado pero hoy mirándolo en perspectiva fue lo mejor que nos pasó y está bien. Para lo que no me había preparado era para el post parto, a ver, sí que tenía una especie de mini red, que tenía recursos, pero había algo que estaba faltando. Por mucho tiempo me sentí sola, incomprendida, estresada, angustiada y sobre todo ansiosa. Mucho tiempo me lo guardé, y no lo compartí con nadie, hasta que casi 9 meses después (o casualidad fin de la exterogestación) le dije a mi pareja que necesitaba ayuda.
Fue así que me uní a un curso de mindfulness, Dalida mi maestra, me guió a poner en palabras todo eso que sentía, a permitirme ser, expresar, llorar, reír, abrirme. Comprendí la importancia de contar con un espacio solo para mi, de alguien que me escuchara sin juzgar, que me habilitara eso que estaba sintiendo sin tratar de mejorarlo o decirme “pero si tú bebé y vos están divinos y tuviste un parto precioso, ¿por qué estás así?”. Hoy finalizando el tránsito de mi segundo puerperio, reafirmo esa necesidad de acompañamiento, de sostén, de validación.
Siempre recuerdo la magia de compartir el camino con una doula es único, agradezco infinitamente a mi doula Amy, quien me acompañó en el embarazo, parto y postparto de Elu. Recuerdo también mi formación de doula en Andou, y como me sentí “douleada” por todas mis compañeras durante la gestación de Elu. No tengo palabras para describir lo que fue el acompañamiento de doula de Amy, lo que nos ayudó y nos acompañó, simplemente en presencia. Y es que la labor de las doulas a veces es eso, brindar un espacio donde la madre logre conectarse con su bebé y ellas solas saben qué hacer. En Psych-K me enseñaron que debemos lograr brindar y sostener un espacio sagrado. Sostener lo que para la tribu Inuit es “Isumataq”, es el guardián de ese espacio sagrado donde la verdad es revelada. Y yo siento que el labor de la doula está ahí, en ser la guardiana del parto, de la maternidad, ese espacio sagrado donde la verdad y la magia entre mamá y bebé es revelada. Para cada familia será diferente, a veces más presente, a veces más distante, a veces con mimos y caricias, a veces con un “you are doing great”, a veces una mirada de apoyo en silencio. Así fue para nosotras, gracias Amy por sostener “isumataq” para nosotras. Recordaremos siempre todo el amor que nos brindó Amy, mis compañeras doulas y esas mágicas amigas que siempre están ahí para doulearte sin ser doula, pero con el alma de acompañante incondicional que llena cualquier corazón que tocan. Espero en algún momento tocar el alma de tantas mujeres de esa manera en la que todas ustedes mujeres tocaron la mía.
Es así que hoy soy doula de post parto, y quiero acompañarte a que conectes contigo, y con tu bebé. Si sentís que esto resuena con quien sos o con cómo quieres vivir tu maternidad, escribime!